miércoles, 16 de mayo de 2012

EPD 3 Implicaciones éticas en la Investigación

 
Esta EPYD la realicé con unos compañeros así que provablemente este igual en otro blog.
 
Para la realización de esta EPD hemos tenido que ver la película Gattaca, de 1997 dirigida por Andrew Niccol, una película ambientada en un futuro no muy lejano donde todo el mundo está sujeto al control genético, desde incluso antes de nacer, ya que se pueden elegir los rasgos para los futuros hijos, algo que lo marcará para toda su vida, determinando si eres válido o no válido. La película concretamente versa sobre la vida de Vincent y de todo lo que ha tenido que hacer para conseguir su meta en la vida. El film cuenta con un reparto espectacular: Ethan Hawke, Jude Law y Uma Thurman entre otros. El último trabajo de Niccol es In time, la cual guarda cierta relación con esta película en tanto a la estética y la crítica social.

Al reflexionar sobre las cuestiones éticas que se plantean en la película llegamos a la siguiente pregunta: ¿dónde está el límite? Parece provechoso el uso de la genética para evitar problemas de salud y enfermedades, o sea, aumentar la esperanza de vida y mejorar la calidad de vida. El problema parece comenzar cuando se le da mayor importancia a los genes que a otras cuestiones. Si los datos de análisis fue información privada y no de dominio público no se llegaría a esta nueva situación de discriminación, el genoismo. Hablamos entonces de un control social enorme, ya que no podemos escapar ni esconder nuestros genes. El dilema moral está entonces en que una gota de sangre dice todo lo que eres, pero no todo lo que puedes llegar a ser y tampoco te marca tu destino.

Para darle mayor fuerza a nuestra reflexión, añadimos un fragmento del libro Genética y Justicia, escrito por Allen Buchanan, Dan W. Brock, Norman Daniels y Daniel Wikler, que se público en 2002 por la Universidad de Cambridge. El siguiente fragmento plantea un caso hipotético parecido al del film, el cual incide en el riesgo de reforzar la “genmanía” (pp. 21-22).

Dado que nos preocupan las intervenciones genéticas y que el ritmo de descubrimientos científicos sobre los genes se está acelerando enormemente, nos enfrentamos con un doloroso dilema. Podemos negarnos a conjeturas sobre lo amplia que puede llegar a ser la capacidad de intervención genética, pero al precio de no proporcionar orientación sobre decisiones significativas que nuestra sociedad bien puede tener que tomar en el futuro. O podemos conjeturar sobre las capacidades que los seres humanos pueden llegar a ejercer, pero arriesgándonos a ser ridiculizados por haber sido arrastrados por un fervor religioso a lo que podría denominarse “genmanía”, o delirios de grandeza biotecnológica.

Si, en un esfuerzo por proporcionar orientación ética a largo plazo, sobrestimamos las crecientes posibilidades de intervención genética y el impacto de los genes en la vida individual y social, corremos el riesgo de reforzar el determinismo genético. Sucumbir al determinismo genético es, dicho de la manera más sencilla, pensar que los genes son causas autosuficientes o autónomas de rasgos o comportamientos.

El determinismo genético denota, sobre todo, que no se comprende que los genes son solo, y siempre, causas contribuyentes. El que un rasgo esté o no presente no depende solamente del gen o genes en cuestión, sino también del entorno, incluido el entorno al que esté sometido el cuerpo del organismo en una fase concreta de su desarrollo. En el vocabulario de la antropología social, el determinismo genético es una variante del fetichismo.

El fetichismo de los genes en la cultura popular de nuestra sociedad lo han documentado con elocuencia Lindee y Nelkin (1995). Una mirada a la cobertura que los medios de comunicación de masas dan a estas cuestiones demuestra lo generalizada que está la genmanía. Prácticamente todas las semanas aparecen titulares que proclaman el descubrimiento del “gen de X” (la obesidad, la ansiedad, la homosexualidad, etc.). El pensamiento genético determinista alimenta la genmanía porque va mucho más allá de la suposición de que los genes desempeñan un papel significativo en todos los rasgos o conductas que nos interesan, hasta llegar a la afirmación claramente falsa de que los genes son causas autónomas.

Un ejemplo clave de la película en referencia a ese fetichismo puede ser cuando Irene (Uma Thurman) va a esa especie de mostrador para comprobar de quien es el pelo y todo los datos referente a esa persona y al lado hay una chica que quiere saber a quién besó, y en unos segundo tiene toda su vida y un análisis de sus genes.

Esto lo podemos trasladar a la Educación Social. Como ya se ha dicho en alguna ocasión, todas las interpretaciones que hacemos del mundo, la sociedad, interfieren directamente en la práctica social. Por lo tanto tiene una función educativa. En el caso del film, estos avances de transformación del feto incide de lleno en la sociedad, de hecho es la práctica normalizada, lo que hace que se produzcan estereotipos entre "validos" e "invalidos", una cuestión totalmente educativa: la desigualdad social. Aparte, la atención que recibe desde pequeño Vincent ya hace que sienta que es peor que el hermano. Podemos poner multiples ejemplos que se han dado en la realidad, investigaciones de los años 50's que afirman "científicamente" que la mujer tiene una inteligancia inferior al hombre. La repercusión social es directa: la mujer es inferior al hombre, y son educados de tal forma. Las investigaciones deben de ir dirigidas a combatir males y a que la práctica social evolucione a mejor, y no todo lo contrario

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